domingo, 21 de septiembre de 2008

Los pronombres en la construcción de las definiciones: ¿imprecisión o nivel lexical bajo?



Prof. Rosa Briceño

Prof. Maydelí Casanova

UPEL Maracay


¿Quién de nosotros alguna vez no hemos tenido que definir un algo, un alguien, un qué? Es sorprendente observar que el proceso para definir tiene bases filosóficas que, evidentemente, se exteriorizan a través de la lengua, como lo afirma Fodov (1999:p.129) “las definiciones implican a sus constituyentes, por lo tanto la definición de un concepto especifica su descripción estructural canónica”. Asimismo, las definiciones presentan condiciones, entre ellas tenemos: 1) las definiciones son categorías y se emplean de manera rutinaria (Teoría de la Representación Mental (T.R.M.)), aquí se incluyen la psicología cognitiva, psicología de la memoria y el razonamiento; 2) Composicionalidad: las representaciones mentales heredan sus contenidos de sus constituyentes; 3) Un gran número de definiciones deben aprenderse; 4) Las definiciones son públicas, es decir deben ser conocidas por la comunidad hablante. Si definir es enunciar las características inherentes a un hecho, objeto, circunstancia, entre otros, entonces se asume que definir es conceptualizar, porque “los conceptos son definiciones; por consiguiente, tener un concepto es estar dispuesto a extraer (o de otra manera reconocer) las inferencias que lo definen” (Fodov, 1999:70), esta visión de la definición es compartida por la Real Academia Española la cual en su diccionario señala que la definición es una “proposición que expone con claridad y exactitud los caracteres genéricos y diferenciales de una cosa material o inmaterial” (1992:475 ). Posición similar presenta Saussure (1973), quien dentro de los elementos que forma el signo lingüístico señala la presencia del contexto y afirma que son las características inherentes a un objeto real.

¿Por qué se insiste a la hora de definir no precisar las características esenciales de lo definido? ¿Por qué tanta imprecisión? ¿Por qué en lugar de señalar las características esenciales hacemos un mal uso o abuso de los pronombres demostrativos? tales interrogantes surgen tras la versión de diez y nueve papeles de trabajo, elaborados por los estudiantes del tercer semestre del departamento de Castellano y Literatura de la UPEL-Maracay. En ellos debían definir: lengua, gramática, amor, amistad, computadora y celular. La idea de definir términos tan heterogéneos obedece a varios factores: 1.- que algunos de ellos tuvieran relación con la especialidad que cursan, 2.- que otros tuvieran relación con los aspectos emotivo-sentimentales y 3.- que el resto tuviera relación con los avances tecnológicos. Asegurando así que los informantes conocieran los términos presentados; dado que, para conceptualizar el usuario debe tener noción del objeto.

Pasemos entonces a realizar unas consideraciones en función de los papeles de trabajo:

Se observó que para iniciar las definiciones usaron pronombres demostrativos tales como: “aquel”, “aquella” y “aquello” en un porcentaje elevado, fue un total de 40,35%; en cuanto al grupo “eso”, “ese”, “esa” hubo un porcentaje de 31,57% y finalmente “algo”, con un porcentaje de 8,77% y sólo un porcentaje de 19,31% utilizó términos precisos como: conjunto de signos lingüísticos (lengua), sentimiento (amor), ordenador (computadora) y teléfono móvil (celular).

Se apreció la presencia de la descripción, como orden discursivo preponderante, cabe destacar, que se enumeraron características tanto físicas como de funcionamiento, por ejemplo:

Computadora: es una máquina que se utiliza para ordenar cualquier tipo de información.

Celular: es un teléfono móvil personal que tiene como única finalidad la comunicación entre sí de los individuos.

Lengua: es un órgano movible, que en contacto con el paladar y los dientes produce un sonido articulado.

Amistad: es un sentimiento recíproco entre personas que comparten afectos.

Amar: es un verboide en infinitivo que acompañado de un artículo se sustantiva. Es un sentimiento.

Dada la variedad de matices que se vislumbran en las definiciones que van desde simples descripciones hasta precisar con adecuación el término; es pertinente tomar en cuenta una tipología de definiciones, se consideró la más idónea la expuesta por Trimble (1985), quien sostiene la existencia de tres tipos de definiciones:

a.) La definición formal, que tiene una estructura poco dinámica y frecuentemente se presenta con la fórmula: X = Y + características, en esta fórmula, “X” representa la entidad a definir, “Y” el hiperónimo y las “características” sirven para distinguir “X” de otras unidades léxicas; por ejemplo: “pronombre es una palabra con significado ocasional, sin características de los objetos (no son connotativos) y hace siempre la función de sustantivo” (Ortiz, 2003:100)

En esta definición “X” es el pronombre; “Y” es una palabra y las “características” son: con significado, y hace siempre la función de sustantivo.

b.) La definición semi-formal gira entorno a que sólo tiene dos de los tres elementos definitorios: el término que se define (X) y la explicación de las diferencias (características), es decir, que carece de uno de los componentes básicos de la definición: el hiperónimo (Y). La fórmula entonces sería X = características; por ejemplo: “computadora: es aquella que cuenta con elementos que archivan y procesan información” (parte del corpus)

En esta definición “X” es la computadora y las “características” son: cuenta con elementos que archivan y procesan información.

Se aprecia que este tipo de definición está presente en la generalidad del corpus, pues en su mayoría sustituyen el hiperónimo (Y) por un pronombre demostrativo, el cual no precisa la esencia del término a definir.

c.) La definición no formal tiene que ver con la exposición de términos generales para el lector y de esta manera se puede apreciar un elemento familiar en el nuevo término. Por ejemplo: “celular: sirve como medio de comunicación y avance de la tecnología” (parte del corpus).

Evidentemente hay elementos que son conocidos en el contexto de los interlocutores como medio de comunicación y tecnología.

Estos tres tipos se agrupan bajo los siguientes criterios de exhaustividad informativa (formal, semi-formal y no formal); en cuanto al tipo de información facilitada (descripción física, función, finalidad).

Es importante señalar que además de la tipología presentada por Trimble (1985) existe otra, bajo el criterio de calidad de la información, según Copi, citado por Salinas (2001), la cual destaca las siguientes clases de definiciones:

1.) Estipulativas, este tipo de definición tiene que ver con los neologismos; dado que, si alguien crea una palabra tiene libertad para asignarle el significado que le agrade.

2.) Lexicográficas, corresponde a la señalada en los diccionarios, da definiciones reales y objetivas, es decir, informa de los significados que la palabra ya posee, en similar a la definición formal citada por Trimble (1985).

3.) Aclaratorias: su objetivo es indicar la definición del término en un contexto determinado, no es necesario consultar un diccionario, sin embargo, las características son restringidas porque ya existe el término y éste está regulado por la información reseñada en el diccionario.

4.) Teóricas, esta definición corresponde a una época histórica y no a un contexto circunstancial.

5.) Persuasivas, este tipo de definición pretende influir en el comportamiento del interlocutor, es de carácter subjetivo y su función es eminentemente expresiva y no descriptiva.

Cabe destacar, que en el corpus estudiado, la mayoría de las definiciones oscilan entre las definiciones semi-formales y no formales porque, no utilizan el hiperónimo (Y) y sólo se quedan con las características. Es en este caso donde se observa el uso errado de los pronombres, puesto que, lo emplean sin indicar referente y está en lugar del hiperónimo (Y). Según Vivaldi (2002:92) “el abuso de los pronombres es causa de muchas confusiones… suele ser no sólo incorrecto sino también poco elegante”. Tal situación obedece a que el hablante asume que la (Y) es obvia o carece de relevancia en el texto, pues existe un acuerdo tácito entre los hablantes. Éstos utilizan el mismo contexto comunicativo / lingüístico y apelan a un principio lingüístico como lo es la economía del lenguaje.

Se sugiere para la construcción de definiciones cuatro etapas según Forero y Malagón (s/f): elección del término, recolección, construcción y evaluación. A continuación se explicará en qué consiste cada una de estas etapas:

1.) Elección del término consiste en especificar sobre qué término se realizará el proceso bien sea conocido o no.

2.) Recolección se refiere a la búsqueda de información (definiciones) del término; los medios para lograr esta etapa son: escribir, sin ayuda, varias definiciones posibles; pedirle a varias personas la definición escrita del término (este paso es opcional, pues se necesita tiempo y personas disponibles) y, por último, consultar en libros complementarios y otras fuentes no humanas.

3.) Construcción se basa en escoger una de las definiciones previamente revisadas o complementarlas con otras, para lograr mayor claridad en la definición.

4.) Evaluación se refiere a la confrontación de la definición con fuentes de información y sobre todo con los interlocutores.

Finalmente, el significado de la palabra, no sólo se obtiene, a través, de la consulta de un diccionario, pues “toda palabra adquiere la plenitud de su significado exclusivamente dentro de un contexto concreto” (Malmberg (1966:112)

REFERENCIAS

Fodov, J. (1999). Conceptos. Donde la ciencia cognitiva se equivocó. España,

Gedesa-editorial. p. 46, 70 y 129.

Forero y Malagón. (s/f). Definición. http://elcentro.uniandes.edu. [Consulta: mayo,

2006]

Malmberg, B (1966). La lengua y el hombre. Introducción a los problemas generales

de la lingüística. Madrid, Ediciones ISTMO. p. 112.

Ortiz, T. (2003). Gramática Estructural. Ortografía. Redacción. México, Editorial

Trillas, S.A. p. 100.

Real Academia Española (1992). Diccionario de la Lengua Española. Madrid,

Espasa-Calpe S.A. p. 475.

Salinas (2001). Clase nº21. “Introducción a la lógica” de I.M.Copi.

http://usuarios.iponet.es. [Consulta: mayo, 2006]

Saussure, F (1973). Curso de Lingüística General. Buenos Aires, Editorial Losada,

S.A. p. 127.

Trimble (1985). Tipos de definición según Trimble. http://elies.rediris.es. [Consulta:

mayo, 2006]